El Pentágono ha anunciado este martes que, dando cumplimiento a la sentencia de la jueza federal de California Virginia A. Phillips que declaró inconstitucional la política de “Don’t ask, don’t tell”, a partir de ahora aceptará solicitudes de ingreso en el Ejército de personas abiertamente homosexuales.
Según confirmó la portavoz del Departamento de Defensa Cynthia Smith, la Oficina de Personal y Preparación del Pentágono envió el viernes la orden a los comandos encargados de reclutar a nuevos soldados. La orden precisa que si un candidato manifiesta abiertamente su homosexualidad pero cumple con los requisitos para ser reclutado, su solicitud debe ser procesada como el resto. Eso sí, el Pentágono especifica que los comandos de reclutamiento deben advertir a los solicitantes que podría haber cambios en el futuro si hay una nueva sentencia judicial que instaure de nuevo la práctica.
La sentencia de la jueza Phillips estableció que la política de “Don’t ask, don’t tell” viola las enmienda primera y quinta de la Constitución de Estados Unidos y vulnera derechos fundamentales de los miembros del Ejército. La jueza argumentó además que el Gobierno de Estados Unidos fue incapaz de demostrar durante el juicio que la vulneración de esos derechos sea necesaria para evitar perjuicios importantes a la preparación militar o a la cohesión de la tropa. Posteriormente, la misma jueza Phillips desestimó la petición del Departamento de Justicia para que suspendiera provisionalmente la aplicación de la sentencia hasta que se resuelva el correspondiente recurso.
Y es que la administración Obama se encuentra atrapada en la paradoja de que por un lado defiende el “Don’t ask, don’t tell” ante los tribunales (tiene intención de recurrir la sentencia de la jueza Phillips) mientras que por otro defiende su derogación por vía parlamentaria, bloqueada en este momento en el Senado, y con perspectivas como mínimo dudosas de prosperar a corto plazo.
La política de “Don’t ask, don’t tell”, vigente desde 1993, obligaba hasta ahora a los gays y lesbianas que sirven en el Ejército a mantener en secreto su orientación sexual. Fue aprobada durante la primera presidencia de Bill Clinton, quien había prometido levantar la prohibición total a gays y lesbianas de servir en el Ejército, vigente hasta entonces. Finalmente, y ante la hostilidad del Congreso (tanto de republicanos como de numerosos demócratas), se adoptó el “Don’t ask, don’t tell” como una solución de compromiso… que ha significado la expulsión, hasta ahora, de unos 14.000 militares gays y lesbianas.
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